La Pastoral Juvenil es la acción organizada de la iglesia para acompañar a los jóvenes a descubrir, seguir y comprometerse con Jesucristo y su mensaje para que, transformados en mujeres y hombres nuevos, e integrando su fe y su vida se conviertan en protagonistas de la construcción de la civilización de Amor.
PRESENTACIÓN DE LA CATEQUESIS
Como todos sabrán, desde 1986, año con año, se celebra la Jornada Mundial de la Juventud. Para dicha celebración el Papa redacta un mensaje dirigido a los jóvenes del mundo y comúnmente se celebra en cada Diócesis el domingo de ramos. Cada tres años, dicha celebración se realiza de forma masiva a nivel mundial y jóvenes de todos los países se reúnen para compartir con el Papa. El Papa Juan Pablo II fue quien tuvo la iniciativa y su sucesor el Papa Benedicto XVI le ha dado continuidad.
Este año 2008 correspondió la reunión a nivel mundial y se realizó en Sydney, Australia en el mes de Julio; es por eso que la Comisión Nacional de Pastoral Juvenil de Guatemala propone reflexionar en vista a prepararse a participar de la jornada nacional de la juventud, la temática propuesta por el Papa Benedicto en el mensaje que dirigió a los jóvenes como preparación para la jornada mundial: El ser testigos de Jesús, gracias a la fuerza del Espíritu que habita en nosotros.
Así también sustentan la propuesta varios textos de Aparecida, donde se nos invita a expresar la alegría de ser discípulos: En el encuentro con Cristo queremos expresar la alegría de ser discípulos del Señor y de haber sido enviados con el tesoro del Evangelio. Ser cristiano no es una carga sino un don: Dios Padre nos ha bendecido en Jesucristo su Hijo, Salvador del mundo.
La alegría que hemos recibido en el encuentro con Jesucristo, a quien reconocemos como el Hijo de Dios encarnado y redentor, deseamos que llegue a todos los hombres y mujeres heridos por las adversidades; deseamos que la alegría de la buena noticia del Reino de Dios, de Jesucristo vencedor del pecado y de la muerte, llegue a todos cuantos yacen al borde del camino, pidiendo limosna y compasión (cf. Lc 10, 29-37; 18, 25-43). La alegría del discípulo es antídoto frente a un mundo atemorizado por el futuro y agobiado por la violencia y el odio y la muerte. La alegría del discípulo no es un sentimiento de bienestar egoísta sino una certeza que brota de la fe, que serena el corazón y capacita para anunciar la buena noticia del amor de Dios. Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo.
Solo es discípulo quién se sabe testigo, y el ser testigo implica poder dar testimonio. El sentido bíblico del testigo va mucho más allá de decir unas cuantas palabras, se trata de vivir una experiencia de encuentro con Dios, transformar la propia vida y después, solamente después, transmitir esa experiencia, más con la vida que con las palabras. Esta es la invitación que nos hace el Santo Padre.
Ponemos en manos de ustedes quienes son los responsables de dinamizar la pastoral juvenil en cada una de las parroquias este material que junto al soplo del Espíritu Santo nos encaminarán a vivir la primera Jornada Nacional de La Juventud en Jalapa este mes de noviembre.
Que la santísima virgen María del Rosario patrona de Guatemala y madre de la juventud nos acompañe en la misión de evangelizar a los y las jóvenes.
Comisión Nacional de Pastoral Juvenil
Conferencia Episcopal de Guatemala
CATEQUESIS #1
“He visto, oído y tocado”
Objetivos del encuentro:
1. Identificar las principales características de un testigo, a partir de su análisis desde el ámbito jurídico donde este término se utiliza comúnmente, para relacionar estas con las de un testigo de Jesús.
2. Reflexionar acerca de las formas en que los jóvenes podemos ver, oír y tocar a Jesús actualmente.
3. Reconocer que tener un encuentro con Jesús, posibilita el ser su testigo, de la misma forma que a la joven samaritana.
Reflexión para el animador
¿Y que es un testigo? La palabra "testigo" es comúnmente utilizada en el ámbito jurídico. ¿Quiénes son los testigos en un juicio? Los testigos son los que han presenciado el hecho. No se llama como testigo a un juicio a alguien a quien "le han contado" lo ocurrido, o a alguien que "se imagina" cómo ocurrió, sino a quien "vio" lo que ocurrió. ¿Y cuál es el papel que desempeñan los testigos? Su papel en el juicio consiste en "declarar", contar aquello de lo que han sido testigos a las demás personas, que no han presenciado el hecho.
Entonces, testigo es aquel que ha "visto, oído y tocado" un hecho o acontecimiento, en este caso, la vida de Jesús.
"Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que les anunciamos". (1Jn 1,1). "…porque tú darás testimonio ante todos los hombres de lo que has visto y oído"
(He 22,15)En tiempos de Jesús, una de las principales pruebas de la veracidad de lo que anunciaban los testigos, era que ellos habían sido testigos oculares de la vida de Jesús.
"Porque no les hicimos conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo basados en fábulas ingeniosamente inventadas, sino como testigos oculares de su grandeza" (2Pe 1,16)
Para ser misionero de Jesús, desde un principio fue condición necesaria el haber sido testigo de Jesús. Cuando, muerto Judas, hay que elegir un reemplazante, la condición que se impuso para el mismo fue "Es necesario que uno de los que han estado en nuestra compañía durante todo el tiempo que el Señor Jesús permaneció con nosotros, desde el bautismo de Juan hasta el día de la ascensión, sea constituido con nosotros testigo de su resurrección" (He 1,21-22)
Entonces, el discípulo es aquel que "transmite la Buena Nueva de Jesucristo a los demás". El discípulo puede transmitir este mensaje porque él es testigo de Jesucristo. Por lo tanto, aquel que no es "testigo" de Jesús, que no ha "visto, oído y tocado" a Jesús, no puede ser discípulo y misionero.
¿Y cómo podemos nosotros jóvenes ser testigos de Jesús si no estuvimos con Él como los apóstoles? ¿Cómo podemos hoy "ver, oír y tocar" a Jesús?
Hay muchas formas, pues hoy:
• A través de las Escrituras podemos "ver" a Jesús.
• A través de la Iglesia, podemos "ver" y "oír" las palabras de Jesús.
• En la oración podemos hablar con Jesús y "oír" su voz.
• En la vida diaria, sabiendo interpretar los signos de los tiempos, podemos "oír" su voluntad.
• En nuestro prójimo podemos "tocar" a Jesús, que nos dijo: "Todo aquello que hagan por uno de mis hermanos, me lo están haciendo a mí" (Mt 25,40). Esto quiere decir que podemos ver, ayudar y compartir con Jesús, cuando lo hacemos con los más necesitados por amor a Él.
• En la Eucaristía podemos "tocar" también a Jesús. "Tomen y coman, este es mi Cuerpo (…) Tomen y beban, esta es mi Sangre" (Mt 26,26-28)
Entonces, sí se puede. Ser testigos de Jesús, en nuestros días, significa ser un cristiano auténtico, no sólo de palabra, sino cristianos activos, que se preocupan por conocer cada vez más a Jesús, por comunicarse con El y por poner en práctica sus enseñanzas sirviendo a los demás.
Resumiendo, el primer paso para ser testigo es haber visto, oído y tocado a Jesús, es decir haber tenido un encuentro personal con Él.
Retomaremos en esta reunión la primera parte de la cita bíblica donde, con el sol a cuestas, Jesús sube desde la rivera del Jordán hasta el altiplano de Samaría para ENCONTRARSE con la mujer, para que ella lo pueda ver, oír y tocar, y tener esa experiencia de cambio o conversión que genera el encuentro con el Señor y su reconocimiento como Mesías.
Se encuentran dos personas sedientas, junto al pozo de Jacob: Jesús y la samaritana. Un Jesús cansado y agobiado del camino, que pide agua a aquella mujer, agobiada por el sinsentido de su vida, sedienta también, pero no del agua que “jalaba” de aquel pozo todos los días, sino de descubrir algún motivo que pusiera fin a sus días aburridos, monótonos y rutinarios. Y se encontró al hombre, que le dio el Agua de la Vida y que era él mismo.
El primer diálogo que tiene Jesús con esta mujer tiene como principal motivo el agua. Esta se saca de un pozo, que en Israel es lugar de encuentro, de conversación, de “negocios”, de socialización, de compartir y de “marcar de los novios”, como se dice popularmente, entre otras cosas; es decir, la vida de los pueblos estaba organizada junto a los pozos.
En aquellos tiempos, una mujer que conversara con naturalidad con un varón, era vista como mujer de costumbres “fáciles”, de allí que los discípulos se sorprenden de ver a Jesús conversando con la samaritana. Y Jesús hace caso omiso de estas barreras y estos convencionalismos, que separaban a hombres y mujeres, a judíos y samaritanos. Se comporta con gran naturalidad y libertad ante las costumbres de su época.
La mujer samaritana se va adentrando en la conversación y va dando pasos seguros, poco a poco. En primer lugar, hay un encuentro en el pozo, es decir, en el lugar de lo cotidiano, en la vida misma. Se inicia un diálogo de fe, que al principio es difícil, que cuesta hacerse entender, pero que se va profundizando gracias a la escucha mutua.
Al principio, esta mujer sólo pensaba en evitar el tener que ir todos los días a sacar agua de ese pozo, imaginamos lo cansada que habría de estar, haciendo ese trabajo cansado y rutinario de “jalar agua”. Pero el encuentro con Jesús, la hace tomar conciencia más profunda de la realidad, de lo que Dios quiere para ella, que es, darle vida, esa vida que dice Jesús ha traído al mundo y en abundancia. Ella vive un proceso de conversión, pasa del agua que hay que sacar trabajosamente cada día de un pozo y que calma su sed física, a pedir el agua que sacia la sed para siempre.
La samaritana pasa de ese deseo elemental o necesidad que sentimos de calmar la sed que nos agobia, al de una fuente inagotable, de la que brota un agua que salta hasta la vida eterna. Y recibe el don de Dios, que es Jesús mismo, como Agua de la Vida. De forma que el pozo de Jacob, el pozo de la Antigua Alianza, es sustituido y superado por el pozo de la Nueva Alianza, por el pozo en el que Jesús se revela como Agua Viva y como Mesías. Sólo Él puede darnos el agua que calma la sed para siempre, el Espíritu.
En nuestra vida cristiana, al igual que la samaritana, podemos experimentar el cansancio, la sed y la apatía, y acercarnos al pozo (Cristo) para saciar nuestra sed. Todos y todas muchas veces hemos sentido sed ante un mundo que no es justo y fraterno y que,
en muchas ocasiones, deja a muchos jóvenes a la orilla de la vida; sed ante una Iglesia que no acepta ni respeta nuestra espiritualidad juvenil; sed ante un sinsentido de nuestra vida personal; sed e insatisfacción ante nuestra manera acomodada de vivir la fe. Muchas veces, tanto a nivel personal como comunitario, hay algo que no funciona y que genera dentro de nosotros una sed. Lo importante es reconocer esa sed y ACERCARSE constantemente al “pozo” para así poder ser testigos ante los demás de lo que es capaz de hacer el Señor en nuestras vidas.
Ambientación
Como sugerencia, para la ambientación de este primer encuentro se puede organizar una especie de juicio, con todos los elementos que esto implica ( juez, Biblia, secretario, acusado, testigos). Además de esto, para el momento de la oración, que es clave, proponemos realizar, bien diseñado, un pozo.
Dinámica
Una vez que se ha dado la bienvenida a los jóvenes participantes, se pedirán tres voluntarios a los que se llevará a un lugar aparte. Ahí se les explicará el rol que cada uno debe asumir en el juicio que se realizará después, que es el de ser testigos.
El primero vio al acusado cometer el crimen, al segundo le contaron lo sucedido y el tercero no vio ni escuchó nada. Idear algún crimen y el desenlace del juicio. El acusado podría ser otro voluntario y el juez, preferiblemente que sea un animador para que sepa guiar la dinámica hacia la identificación de los requerimientos del testigo para ser de utilidad en un juicio.
La idea es que el único verdadero testigo es el que vio, escuchó y estuvo presente en el “crimen”.
El animador, guiándose por la reflexión anterior, comentará acerca de la invitación hecha a los jóvenes por el Papa Benedicto XVI, a ser testigos de Jesús; lo anterior en el mensaje de preparación para la XXIII Jornada Mundial de la Juventud. Así también debe realizar una relación entre el testigo del juicio y nosotros como testigos de Jesús y concluir de la dinámica que para ser testigos de Jesús debemos haberlo visto, escuchado y tocado, o sea, haber tenido un encuentro con Él.
Desarrollo del tema
Seguidamente podría lanzarse la pregunta: ¿Y cómo podemos nosotros jóvenes ser testigos de Jesús si no estuvimos con Él como los apóstoles? Se organizarán tres grupos. Uno recibirá un cartel en forma de ojo, otro uno en forma de oreja y otro en forma de mano. Cada grupo debe comentar, de acuerdo al cartel que recibió ¿Cómo podemos hoy "ver” a Jesús?, ¿Cómo podemos hoy “oír” a Jesús? y ¿Cómo podemos hoy “tocar” a Jesús?
Cada grupo recibirá periódicos y revistas, así como goma, tijeras o marcadores, para tratar de representar en el cartel lo comentado.
Una vez que han terminado el cartel, deben comentar brevemente su respuesta y pegar el cartel en la pared.
Sería importante que estos puedan pegarse en los próximos encuentros como un recordatorio de lo comentado el primer día, y así facilitar también el llevar el hilo de la reflexión del mes.
Al finalizar los comentarios de los tres grupos, el animador debe llevar a cabo un cierre de este momento y hacer referencia a la posibilidad de ver a Jesús en las Escrituras, en la Iglesia y en el prójimo; de escucharlo en la Iglesia, en la oración y en la vida diaria, al interpretar los signos de los tiempos; y de tocarlo en el prójimo y en la Eucaristía.
Oración
Invitar a los participantes a compartir un momento de oración con Jesús, en el lugar donde se diseñó el pozo, que representa el “lugar de encuentro”.
La oración se podría iniciar leyendo la cita Juan 4, 6-26. Se puede reflexionar con respeto al encuentro de la samaritana con Jesús, como él espera que ella se acerqué, le conozca, entre en confianza con él, le vea, le escuche y esté cercana.
Guiar la oración agradeciendo al Señor la cantidad de oportunidades que, como a la samaritana, nos regala para “verlo, oírlo y tocarlo”. Además pediremos perdón por no aprovechar suficientemente las oportunidades de verlo, oírlo y tocarlo.
Llevar para cada participante un trozo de papel, de ser posible con un cántaro dibujado donde anotará aquello que en este momento le impide con más fuerza “ver, oír y tocar” a Jesús. Lo acercarán al pozo como símbolo de ofrecimiento al Señor.
Para finalizar, pediremos al Señor fuerzas para ser buenos testigos, repitiendo todos juntos y de pie la oración Testigos de Jesús, la cual queremos que sea una constante en todas las oraciones de los encuentros.(Anexo 1)
CATEQUESIS #2
…me hice discípulo
Objetivos
1. Reflexionar sobre el discipulado, como una experiencia de seguimiento de Cristo.
2. Identificar cuáles son las características básicas del discípulo y su relación con la espiritualidad juvenil.
Reflexión para el animador
Estimados jóvenes, el discipulado se define como el ejercicio del seguimiento de Jesús. Esto implica una verdadera identificación con la persona que se sigue, implica aprehender sus actitudes y dar un nuevo significado a su vida desde el seguimiento.
El discipulado no es un acto de fe, sino un camino de fe; un proceso en el que cada vez intentamos parecernos más a Jesús; se requiere de un camino sostenido o sea de mucha perseverancia, así como de ir descubriendo desde Jesús las propias potencialidades.
“El discípulo no es más que su maestro, pero el discípulo bien formado será como su maestro”. Lc 6, 40
“Señor, te seguiré adonde quiera que vayas”. Lc 9, 57
“Ustedes son los que han perseverado conmigo en mis pruebas”. Lc 22, 28.
En Juan hay tres citas en las que se presentan las principales características de un discípulo de Jesús:
- Jn 8, 31: “Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos.”
- Jn 13,35: “En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros”
- Jn 15, 8: “La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos”
Podríamos resaltar otros puntos básicos de los discípulos:
1. Los discípulos están en lugares clave del Evangelio, por ejemplo en medio del relato de la samaritana.
2. Los discípulos conviven establemente con Jesús. El término “permanecer” que se menciona en la escritura indica convivencia prolongada con Jesús y la adhesión vital que poco a poco se le da. Los discípulos no sólo acompañan a Jesús sino que se ocupan de sus necesidades, como la comida, y también le ayudan en su ministerio.
3. Los discípulos se distinguen de los demás porque “creen” en Jesús. Muchas personas acompañan a Jesús, pero discípulos propiamente tales son los que se han hecho creyentes a través de la palabra y las obras de Jesús. Los discípulos van descubriendo poco a poco a Jesús como el Cristo y el Hijo de Dios.
4. Los discípulos tienen dificultades para comprender a Jesús, pero gana el conocimiento. El camino de la fe no es un camino fácil. Juan también expone la dificultad de los discípulos para comprender en profundidad el significado de las palabras, de los hechos y de la identidad de Jesús durante su vida, por ejemplo: la extrañeza que muestran cuando lo encuentran conversando con la mujer samaritana y malinterpretan sus palabras acerca del misterioso alimento.
5. La relación de fe y de conocimiento es dinamizada por el amor. El amor de Jesús es una experiencia “fundante” donde Él no pide que se le ame, sino que se amen los unos a los otros. Jesús los ama para hacerlos capaces de amar, y se trata de una novedad distintiva de los seguidores de Jesús.
La característica más importante del discipulado es el centrarse de la vida en Jesús. Este centrarse es causado inicialmente por el mismo Jesús, por la fuerza del amor que despliega a lo largo de todo su ministerio. (Pbro. Fidel Oñoro, Centro Bíblico del CELAM)
El Espíritu Santo renovó interiormente a los Apóstoles, revistiéndolos de una fuerza que los hizo audaces en anunciar sin miedo: « ¡Cristo ha muerto y ha resucitado!». Libres de cualquier temor comenzaron a hablar con franqueza (cfr Hechos 2,29; 4,13; 4,29.31). De pescadores temerosos se convirtieron en heraldos valientes del Evangelio.
Así también, una mujer fue la primera persona, a la que Jesús se revela como Mesías. La mujer no era considerada en aquellos tiempos como apta para ser testigo, no sólo recibirá esta confidencia de Jesús, sino que se convertirá en catequista y apóstol de la comunidad samaritana. Será la primera en llevar el evangelio a esa comunidad. Dejará de hablar de sí misma, para dar a conocer a Jesús.
Ambientación
Además de retomar los carteles y el pozo del encuentro anterior, se podría colocar una imagen de Jesús para el momento de la oración.
Dinámica
Se puede disponer un camino con obstáculos e idear una ruta a través de ellos. El animador propondrá al grupo realizar el recorrido formando una hilera detrás de él para llegar hasta un tesoro. La consigna debe ser seguirle y realizar todos los movimientos que este lleve a cabo. El animador debe ser creativo. Lo importante es que los jóvenes participantes “sigan” lo que indica la otra persona. El tesoro por encontrarse podrían ser las imágenes que se utilizarán en el desarrollo del tema.
Desarrollo del tema
Para iniciar, proponemos retomar brevemente el ser testigo y recordar que todos somos testigos porque hemos visto, oído y tocado a Jesús. Agregar que como testigos podemos llegar a ser discípulos si nos comprometemos en el seguimiento de Jesús.
Antes del encuentro, el animador podría conseguir tres imágenes de Jesús o de sus discípulos (fotos, estereofón, periódicos) y anotar al reverso de cada una, una de las citas de Juan que hacen referencia a los elementos básicos del discípulo. Después, recortarlas formando un rompecabezas.
En el encuentro, se podrían organizar tres grupos y asignar a cada uno un rompecabezas para que lo arme. Una vez armado, el grupo descubrirá al dorso una de las característica principales del discípulo. Deberán centrarse en esta y comentar, de acuerdo a su opinión, a que se refiere.
La idea es ubicar dicha característica en el mundo juvenil. También deberán reflexionar cómo lo pueden lograr, por ejemplo: ¿cómo pueden mantenerse en su Palabra?, ¿cómo pueden tenerse amor los unos a los otros?, ¿cómo pueden dar fruto?. Se trata de plantear acciones concretas y reales.
Cuando han terminado, cada grupo comparte lo comentado y el animador realiza un cierre de este momento rescatando los aspectos más importantes.
Oración
Podrían ubicarse cerca de la imagen de Jesús que se propuso en la ambientación.
Para iniciar se puede leer la cita bíblica Jn 4, 27-38. Se pedirá a los jóvenes participantes centrarse en la actitud de la samaritana y de los discípulos.
Alguno podría mencionar algún aspecto que llame su atención. Sería importante rescatar la permanencia de los discípulos con Jesús, a pesar de no comprender muchas veces sus acciones. Así también, la actitud de la mujer, quien deja su cántaro y va a hablar del hombre que ha conocido y que ha cambiado su vida.
Después, cada participante recibirá una huella de cartulina y en ella anotará la característica del discípulo (de las comentadas en el encuentro) que más le cuesta cumplir en su seguimiento de Jesús. Las huellas de todos los participantes serán colocadas formando un camino hacia la imagen de Jesús, mientras se escucha la canción de la Hna. Glenda “Palabra de discípulo”.
El animador guiará pidiendo al Señor que tome todas esas huellas como las peticiones de los jóvenes que quieren seguirle y ser sus discípulos.
CATEQUESIS #3
Pero no puedo solo… ¿Quién me va a acompañar?
Objetivos:
1. Tomar conciencia de que la tarea de ser discípulo está guiada por la acción del Espíritu Santo.
2. Descubrir en los sacramentos la acción renovadora de la persona del Espíritu Santo.
3. Relacionar el “agua viva” con el Espíritu Santo en la cita que guía nuestra reflexión.
4. Profundizar en el conocimiento personal del Espíritu Santo.
Reflexión para el animador
“…y me seréis testigos” Hechos 1:8. Esta es una declaración de certeza divina y no depende en lo absoluto de lo que pueda aportar el hombre. El Espíritu Santo literalmente reside dentro de cada joven y Él es también testigo de Jesucristo. Nosotros somos el templo donde Él habita. Esa es precisamente la razón por la cual se les exhorta a los jóvenes que sean llenos del Espíritu Santo. Por que cuando una persona está llena y controlada por el Espíritu Santo está vacía del yo.
Los apóstoles esperaron con María, “perseverantes en la oración y en unidad de corazón” la llegada del Espíritu que Jesús les había anunciado y que los convertiría en “sus testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo”.
El Espíritu Santo renovó interiormente a los Apóstoles, revistiéndolos de una fuerza que los hizo audaces en anunciar sin miedo: « ¡Cristo ha muerto y ha resucitado!». Libres de cualquier temor comenzaron a hablar con franqueza. De pescadores temerosos se convirtieron en heraldos valientes del Evangelio. (Papa Benedicto XVI)
El Papa Benedicto XVI nos hace un llamado a acoger al Espíritu Santo como guía de nuestras almas, como el "Maestro interior" que nos introduce en el Misterio trinitario, porque Él solo puede abrirnos a la fe y permitirnos vivirla cada día a plenitud.
Les quitaré del cuerpo el corazón de piedra y les pondré un corazón de carne” (Ez 36,26). Les concede la multiplicidad de sus dones para que puedan vivir en plenitud el seguimiento de Jesús y ser protagonistas y testigos de la Civilización del Amor. (Ver anexo 2, los dones del Espíritu Santo para los jóvenes)
Y entonces ¿cómo podemos dejarnos renovar por el Espíritu Santo y crecer en nuestra vida espiritual? La respuesta que da el Papa Benedicto XVI es mediante los Sacramentos. Es con los sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y luego, de modo constante, de la Eucaristía, que el Espíritu Santo nos hace hijos del Padre, hermanos de Jesús, miembros de su Iglesia, capaces de un verdadero testimonio del Evangelio, causa de la alegría de la fe.
Primero que todo, debemos ser siempre conscientes de que el Bautismo nos ha convertido en templos del Espíritu: Dios habita en nosotros y esto debe hacernos llevar frutos de santidad.
Por otro lado, la Confirmación nos otorga una fuerza especial para testimoniar y glorificar a Dios con toda nuestra vida; nos hace íntimamente conscientes de nuestra pertenencia a la Iglesia, "Cuerpo de Cristo”. Dejándose guiar por el Espíritu, cada bautizado puede aportar a su propia contribución para la edificación de la Iglesia gracias a los carismas que Él dona. (Papa Benedicto XVI)
Muchos jóvenes celebran el sacramento de la Confirmación como un acontecimiento trascendente de su proceso de educación en la fe y como el momento de comprometerse más responsablemente a ser actores y protagonistas de su vida de fe y de su seguimiento de Jesús (SD 115). Por el don del Espíritu Santo que reciben, se sienten involucrados definitivamente en su gran proyecto de anunciar y construir el Reino. (Civilización del amor)
Los jóvenes reciben el mismo Espíritu que cubrió con su sombra a María en la anunciación (Lc 1,26-38), el mismo Espíritu que fue prometido a Juan Bautista en la visión de Zacarías (Lc 1,15), el mismo Espíritu que llenó a Isabel y la hizo proclamar a María “bendita entre todas las mujeres” (Lc 1,41-42), el mismo Espíritu que estaba con Simeón y le reveló que no moriría sin haber visto al Mesías Salvador (Lc 2,25-26), el mismo Espíritu que descendió sobre Jesús cuando fue bautizado por Juan en el río Jordán (Lc 3,21-22), el mismo Espíritu que lo guío por el desierto cuando fue tentado (Lc.4,1-2) y el mismo Espíritu que estaba sobre él cuando anunció el comienzo de su misión en la sinagoga de Nazaret (Lc 4,18-20). Es el Espíritu prometido por Jesús (Jn 14,16), el “Espíritu de la verdad” (Jn 15,26), el que hablará en nombre de sus seguidores cuando sean perseguidos (Mc 13,11), el que recibieron los apóstoles para cumplir su misión (Hch 4,8) y el que los fue guiando y acompañando señalándoles lo que debían hacer (Hch 8,29; Hch 11,12; Act 13,2). (Civilización del Amor)
Por el don del Espíritu, los jóvenes llegan a creer en Dios como Padre y en Jesús como Señor y a entrar en el misterio de comunión del Dios Trinitario, en cuyo nombre fueron bautizados (Mt 28,19). El Espíritu los lleva a celebrar este misterio en su vida de comunidad y a realizar su proceso de maduración en la fe en relación personal con el Padre, el Hijo y el Espíritu. Así descubren también su identidad de hijos de Dios, hermanos del Señor Jesús y templos del Espíritu Santo. (Civilización del Amor)
Finalmente, para crecer en la vida cristiana, es necesario nutrirse del Cuerpo y Sangre de Cristo. "Fuente y culmen" de la vida eclesial, la Eucaristía es un "Pentecostés perpetuo", porque cada vez que celebramos la Santa Misa recibimos el Espíritu Santo que nos une más profundamente a Cristo y en Él nos transforma.
El Papa agrega: Si, queridos jóvenes, participan frecuentemente de la Celebración eucarística, si consagran un poco de su tiempo a la adoración del Santísimo Sacramento, de la Fuente del amor, que es la Eucaristía, les vendrá aquella gozosa determinación de dedicar la vida al seguimiento del Evangelio. Experimentarán al mismo tiempo que allí donde no llegan nuestras fuerzas, es el Espíritu Santo quien nos transforma, nos colma de su fuerza y nos hace testigos plenos del ardor misionero del Cristo resucitado.
En este encuentro, daremos énfasis al agua que el Señor Jesús ofrece a la samaritana. El agua es fuente de vida, que es el gran don de Dios. El pozo simboliza la nueva vida que da Jesús a quien se le acerca, sediento de Dios; esa nueva vida es Dios mismo, su Espíritu, que se dona a nosotros. También evoca la sed que tiene Jesús de la salvación de la samaritana y de toda persona.
Ambientación
Es importante mantener los elementos de los encuentros anteriores para ir llevando el hilo de la reflexión. Podría agregarse cerca del pozo la siguiente frase: Señor, dame de beber agua viva.
Se puede iniciar el encuentro retomando los aspectos más importantes de los encuentros anteriores. Además se puede leer la cita bíblica Jn 4, 13-14. Resaltar que el agua viva que el Señor ofrece a la samaritana es comparable con la fuerza del Espíritu Santo que nos regala a nosotros también para que nos acompañe en nuestro caminar; y que, a su vez, el Espíritu tiene para nosotros jóvenes muchos regalos que descubriremos en la dinámica.
Dinámica
El animador debe llevar listos papelitos con los dones del Espíritu Santo, luego introducir cada uno de los papelitos dentro de un globo y por último inflarlos.
Después del saludo, el animador organizará 2 grupos. En caso de que el grupo sea muy grande, pueden ser más subgrupos, de 8 personas máximos. Los globos se dispondrán de un lado del salón y los grupos se ubicarán en una fila en el lado contrario. Cada equipo debe tener un grupo de globos. El animador debe prever la cantidad de muchachos que llegan con frecuencia al grupo para aportar la cantidad de globos y de dones necesarios.
La idea es organizar en medio de los globos y los participantes un recorrido con algunos obstáculos. El primer participante de cada grupo debe salir corriendo, pasar los obstáculos, tomar uno de los 8 globos, devolverse y al llegar al punto de partida estallar el globo y recoger el don que estaba dentro. Así harán todos los demás integrantes del grupo hasta haber estallado los 8 globos y tener los 8 dones.
Desarrollo del tema
Las personas que al estallar su globo encontraron el mismo don se unirán como pareja o trío, leerán a lo que se refiere este regalo del Espíritu y después redactarán una petición para que el Señor derrame este don sobre todos los jóvenes. Esta será utilizada en el momento de la oración.
Luego, el animador comentará que el Papa Benedicto XVI, en su mensaje a los jóvenes, hace referencia a tres formas en que podemos dejarnos renovar por el Espíritu y crecer en nuestra vida espiritual para ser mejores discípulos. Estas son los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. Se organizarán tres grupos. Cada joven recibirá le mensaje del Papa y por grupos extraerán del mismo lo más importante referente a cada sacramento. Cada grupo centrará su atención en un sacramento nada más. El animador podría indicar a los jóvenes cuáles son los párrafos que hacen referencia a los sacramentos.
Al finalizar se llevará a cabo una plenaria sobre los aspectos relevantes encontrados. En caso de ser necesario, el animador podrá enriquecer un poco más la reflexión o sino, realizar un cierre motivando a los jóvenes a responder a la invitación del Papa.
Oración
El animador iniciará la oración dando gracias al Señor por el don (regalo) del Espíritu.
Cada pareja realizará la petición del don que le correspondió y el resto del grupo responderá: Señor, danos de beber agua viva.
Para finalizar, al igual que en los otros encuentros, de pie, todos los participantes juntos, harán la oración Testigos de Jesús (Anexo 1).
Anexo 1
Testigos de Jesús
Queremos ser mensajeros de tu Palabra; danos valentía para llevarla por todos los rincones de nuestra sociedad, Señor.
Queremos ser sembradores de tu Esperanza; danos perseverancia para no bajar los brazos y empezar cada día como si fuera el primer día de labranza.
Queremos ser anunciadores de Buenas Nuevas; danos alegría para contagiar a otros la gratuidad de tu amor.
Queremos ser una mano tendida al otro; danos compasión para sentir con tu espíritu y actuar con tu compromiso.
Queremos ser constructores de comunidad; danos comprensión para escuchar, para fortalecer relaciones, para unir a las personas
Queremos ser peregrinos de tus caminos; estar siempre en movimiento, sin instalarnos, sedientos siempre de búsqueda y de encuentro. Muéstranos el horizonte, mantén vivas las utopías, ayúdanos a seguir adelante.
Queremos ser tus testigos, Señor de la Historia; queremos mostrar con nuestra vida que Tú estás en medio de nosotros. Danos la fe a toda prueba de tantos que, a diario y sin primeras planas, hacen santo tu nombre porque hacen presente en este mundo al Dios-con-nosotros, con vida, testimonio y ejemplo de hermanos-de-todos.
Anexo 2
DONES DEL ESPIRITU SANTO PARA LOS JÓVENES (civilización del amor)
* la Audacia, que los hace capaces de asumir tareas sin temor a las dificultades,
superar la tentación de caer en la apatía y el desánimo frente a lo que aparece como
imposible de cambiar y los lleva a poner su confianza en Dios y a dejarse guiar por él;
*el Dinamismo, que los mantiene inquietos y los llena de energía para participar en la
vida de la comunidad, aportar sus iniciativas y sus capacidades de realización y
celebrar activamente la presencia de Dios en sus vidas;
* la Espontaneidad, que les permite expresarse libremente como son y como se
sienten, superar las visiones estructuradas y formalistas del mundo que los rodea,
responder con gestos oportunos a los desafíos y acontecimientos de la vida diaria y
celebrar su fe con sencillez y entusiasmo;
* la Amistad, que los hace querer y dejarse querer por las personas, gustar de las
acciones grupales y de la vida en comunidad, disfrutar la gratuidad de los momentos
para encontrarse y compartir y ser así manifestación del amor de Dios;
* el Espíritu de Lucha, que los ayuda a hacer suyas las aspiraciones del pueblo, a comprometerse en la defensa de la vida y de los derechos humanos, a no
desanimarse o cruzarse de brazos frente a las situaciones de pobreza e injusticia y a
jugarse siempre por la causa del Reino;
* la Solidaridad, que los impulsa a hacer suyo el espíritu del Buen Samaritano (Lc
10,25-37), a ser sensibles para compartir las miserias de la condición humana y la
pasión de los hombres y mujeres de su pueblo y a no cansarse de levantar a los
caídos del camino y ofrecer esperanza a los que viven en la marginalidad;
* la Alegría, que los motiva a seguir celebrando la fiesta de la vida aún en medio de las
dificultades y obstáculos de cada día, porque en ella Dios se hace presente para
renovar el triunfo de la vida sobre la muerte y reafirmar el compromiso de todos;
* la Creatividad, que despierta los intereses y articula los sentimientos más hondos del
corazón de los jóvenes, les permite expresar a través del arte, la poesía, la música y
el baile, la presencia de Dios Creador en medio de su pueblo y les ayuda a comprender mejor y profundizar el misterio mismo de la vida
Anexo 3
Dame de beber agua viva
Tengo sed de ti, mi Jesús. Pero muchas veces no me doy cuenta de que en ti puedo saciar la sed que tengo. Ayúdame a buscar siempre el agua que sale del pozo maravilloso de tu amor y bondad:
Si quiero comprensión, tú me la das.
Se ansío paz, en ti la obtengo.
Si necesito confianza, tu fidelidad me acompaña.
Si estoy desorientado, tú me guías.
Si anhelo perdón, tú me liberas.
Si trabajo por superarme, tú me das fuerzas.
Si me encuentro deprimido/a, tú me animas.
Si estoy sufriendo, tú me sanas.
Tengo sed de ti, mi Jesús.
Sáciala con tu amor, que eso me da vida y esperanza.
Amén
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