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Como preparar una oración

Es preferible, cuando sea posible, reunirse mejor en una iglesia, intentando darle una belleza acogedora. La disposición interior es importante para sostener una oración común. No se trata de hacer una restauración de iglesia, sino arreglos interiores a través de medios muy sencillos. Si no resultara posible rezar en una iglesia, será importante arreglar armoniosamente el lugar de la oración. En la oración es con Cristo con quien tratamos, entonces será deseable que todos los participantes miraran hacia una misma dirección. Un lugar de oración llega a ser acogedor con muy poco: una cruz, una Biblia abierta, cierta iluminación, iconos… Mantener una luz discreta, que no ciegue, encendiendo la parte delante con pequeñas velas. Disponiendo las sillas sólo a lo largo de las paredes, un espacio vacío, sin bancos, recubierto por un tapiz, se puede utilizar para arrodillarse.

Los animadores están al servicio de la oración. La preparan y conducen su desarrollo para permitir el recogimiento de los que participan en ella. A partir del momento en que se inicie la oración no se dará más anuncios técnicos o explicaciones para que no interferir con el recogimiento de cada uno.

Los iconos: Los iconos ayudan a que la oración sea bella. Son como ventanas que se abren hacia las realidades del Reino de Dios y las hacen presentes en nuestra oración aquí en la tierra. Son una llamada a nuestra propia transfiguración. Siendo imagen, el icono no es solamente pura ilustración o decoración. El icono es el símbolo de la encarnación, es presencia que ofrece a los ojos el mensaje espiritual que la Palabra dirige a los oídos.
Para entrar en la oración, escoger uno o dos cantos de alabanza.

Salmo
Jesús rezaba estas antiguas oraciones de su pueblo. Desde siempre los cristianos han encontrado en ellos una fuente. Los salmos nos sitúan dentro de la gran comunión de los creyentes. Nuestras alegrías y nuestras tristezas, nuestra confianza en Dios, nuestra sed e incluso nuestras angustias encuentran una expresión en los salmos.
Una o dos personas leen o cantan en solo los versículos de un salmo. Todos responden con un aleluya u otra aclamación cantada después de cada versículo. Estos deben ser cortos, dos líneas generalmente; los versículos, si son leídos, pueden ser más largos. Se ha hecho una selección de versículos accesibles para cada oración. Si se utiliza otros salmos no se dude en escoger sólo algunos versículos, los más asequibles. No es necesario leer todo el salmo.

Lectura
Leer la Escritura significa acercarse «a la fuente inagotable que dispensa el propio Dios a los hombres sedientos» (Orígenes, siglo III). La escritura es una «carta de Dios a su criatura» que hace «descubrir el corazón de Dios en las palabras de Dios» (Gregorio el Grande, siglo VI).
Para una oración regular se acostumbra a hacer una lectura continua de los libros bíblicos. Para una oración semanal o mensual escoger mejor textos mayores que no necesiten explicaciones. Cada lectura se introduce con «lectura de…» o «del Evangelio según san…». Si hay dos lecturas la primera puede ser escogida del Antiguo Testamento, de las Epístolas, de los Hechos de los Apóstoles o del Apocalipsis; la segunda es siempre la del Evangelio. Entre las dos lecturas se inserta un canto meditativo.

Antes o después de la lectura será bueno escoger un canto que celebre la luz de Cristo. Durante este canto algunos jóvenes o niños se acercan con una vela en la mano para encender una lámpara o velón. Dicho símbolo recuerda que, incluso si la noche se vuelve densa, en la vida personal o en la vida de la humanidad, el amor de Cristo es un fuego que nunca se apaga.

Canto

Silencio
Cuando intentamos expresar la comunión con Dios a través de palabras, la inteligencia se encuentra desprevenida. Pero, en las profundidades de la persona humana, por el Espíritu Santo, Cristo ora más de lo que podemos imaginar.
La voz de Dios no se calla, pero Dios nunca quiere imponerse, a menudo su voz se oye como en un susurro, en un soplo de silencio. Mantenerse en silencio en su presencia, para acoger su Espíritu, ya es orar.

No buscar un método para obtener un silencio interior a toda costa, provocando en sí mismo como un vacío, sino dejar, en el silencio, que Cristo ore en uno con la confianza de un niño, y un día descubrimos que las profundidades de la persona humana están habitadas.
En una oración común será conveniente tener un solo momento largo de silencio – de cinco a diez minutos – mejor que varios momentos cortos. Si aquellos que participan en la oración no están acostumbrados a un silencio así, será importante anunciarlo al final del canto que lo precede: «Continuaremos ahora la oración permaneciendo un momento en silencio.»
Oración de intercesión u oración de alabanza

Una oración hecha de peticiones o aclamaciones breves, con una respuesta cantada por todos, puede constituir como una «columna de fuego» en el corazón de la oración común. Por medio de las intercesiones nuestra oración se ensancha a las dimensiones de toda la familia humana: confiamos a Dios las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los humanos, de los pobres y de todos aquellos que sufren. Por medio de la oración de alabanza celebramos todo lo que Dios es para nosotros.

Una o dos personas alternativamente expresan las peticiones o las aclamaciones de la oración, la cual estará introducida y marcada por un canto: Kyrie eleison (Señor, ten compasión); Te alabamos, Señor. Una vez terminadas todas las peticiones o aclamaciones escritas será bueno ofrecer a los participantes la posibilidad de una expresión espontánea para algunas oraciones que surgen de su corazón. Se estará atento a que sean breves y que se dirijan a Dios: no deberán ser transformadas en un diálogo horizontal en el que, creyendo hablar a Dios, se desea en realidad transmitir sus propias ideas a los demás. Se concluye cada una de las oraciones espontáneas con la misma respuesta cantada por todos.

Padrenuestro

Oración de conclusión

Cantos
Al final la oración puede prolongarse a través del canto. Para apoyar el canto un pequeño grupo permanece con los que desean continuar rezando.

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